¿Te mudaste de casa de tus papás y ahora estás por tu cuenta? La decisión seguramente está valiendo la pena: independencia, una forma propia de (des)organizarte, tus propias reglas… Claro que vale la pena pero, hay que aceptarlo, la evolución implica algunas incomodidades. Aquí una lista con las 12 principales.
- Tienes que lavar los platos, convertir tu cocina en un espacio habitable, todos los días. No es que en la casa de tus papás no movieras un dedo, pero no es lo mismo cuando todo el trabajo recae sobre ti. Existe la opción de dejarlo para el día siguiente y encontrarte con una ciudad de platos apilados por la mañana. O sea, en realidad no existe dicha opción.
- También tienes que ir al súper. Si quieres comer en casa, tienes que hacer compras, aunque estés cansado y prefieras encerrarte a ver películas. Formarte en la fila y después pagar la cuenta, cuyo monto es a veces inverosímil. Eso de abrir la alacena y encontrarla llena de abarrotes y golosinas no volverá a suceder: un dulce sueño del que has despertado.
- Sabes perfectamente que, una vez que volviste del súper, nadie te llamará a cenar, nadie te esperará con la mesa puesta y un plato de comida caliente, recién hecha. ¿Listo para saborear tu tristísima sopa instantánea?
- En caso de que puedas darte el lujo de tener mascotas, no habrá nadie alrededor cuando éstas se hagan pipí (o popó) en lugares inadecuados. Te toca limpiar el cochinero, ni modo.
- Además de pagar la luz, el teléfono y el internet, más te vale que uses focos ahorradores y no los mantengas encendidos más tiempo del necesario. No importa cuál carrera hayas estudiado: ahora eres un malabarista de tus propias cuentas (¡música circense!).
- ¿Televisión por cable? Ja, qué buena broma. No te desanimes, por supuesto que puedes vivir sin ella. Y en la biblioteca el préstamo de libros es gratis. Deja de quejarte y aprovecha.
- Recomiendo que tengas un botiquín bien organizado, porque si te rebanas el dedo mientras intentas cocinar, si tienes resaca o un dolor de cabeza espantoso, tú solo tendrás que mimarte, darte tu propia aspirina. Si no te has hecho de un amigo imaginario, no sé qué estás esperando.
- La ropa que no has lavado no se lavará sola por decreto divino. Al contrario, se convertirá en un monstruo devorador de espacios vitales. Así que aplícate. Usa suavizante (para atenuar tu soledad) y asegúrate de separar la ropa de acuerdo con los colores.
- El transporte va por tu cuenta. Ningún roomie tendrá la misma disposición de tus padres para llevarte a la escuela o el trabajo y detenerse por tu café durante el trayecto.
- Ojo con los hábitos y la disciplina: si pasas doce horas frente a la computadora, en absoluta ignorancia de la vida real, nadie te dirá que ya estuvo bueno, que te pongas a hacer algo útil. Lo mismo con la alimentación, el ejercicio y las horas de sueño. Es muy probable que no extrañes la voz de tu mamá diciéndote qué hacer y qué no, pero tendrás que organizarte, tú solo, lo mejor que puedas.
- Un día decides armar una cena adulta con tus amigos más selectos, servir entradas y postre. Descubres que ni siquiera tienes copas para el vino y que tu único mantel parece extraído de la posguerra. Tus habilidades en la cocina no funcionan como esperabas y, por si fuera poco, te toca levantar todo ese tiradero. ¿Por qué las mamás organizan cenas y comidas con tanta gente?, ¿son masoquistas?, te preguntas.
- La independencia recién adquirida subraya la bondad y la invaluable educación que recibiste de tus papás, de manera que tienes que llamarles, visitarlos (tal vez con más frecuencia de la que te gustaría) y sobrevivir a largos interrogatorios sobre tus hábitos cotidianos y las razones por las que todavía no tienes una pareja estable.
La lista anterior no significa que vayas estar mejor de regreso en casa de tus padres, obviamente, así que no te atrevas a pensar en volver. Simplemente, a veces hay que hacer listas con las cosas que nos incomodan. Y las listas ayudan a mantener la cordura, según esto. Así que, si se les ocurre algo más, hagan favor de agregarlo en los comentarios.
Fuente: Monkeyzen